viernes, 6 de noviembre de 2020

La homeostasis humana.

 

La homeostasis humana.

Ricardo T. Ricci

Tucumán, ARGENTINA, 5/11/20

 

 

El término homeostasis, que nos recuerda a Walter Cannon (1871 – 1945) y al mismísimo Claude Bernard (1813 – 1878), se refiere a esa capacidad de los organismos vivos de mantener una condición interna estable, equilibrada, que resulte compatible con la vida. Por medio de mecanismos servo regulados, el sistema vivo intercambia energía, nutrientes e información con el entorno, logrando que de ese modo su fisiología se mantenga constante.


Todos los organismos vivos tenemos entorno, nuestras vidas se desarrollan en un medio ambiente que nos rodea por completo. Los Seres Humanos además, tenemos un Mundo. Eso significa que nuestro entorno, cargado de sentido y de significado, haga que nuestra homeostasis sea incomparablemente más compleja, propiamente un salto cualitativo notable. El ser humano, además de ejercer los mecanismos fisiológicos que le permiten la homeostasis y la vida, necesita lograr equilibrio en otras áreas que le son exclusivamente propias. Nos referimos a la psiquis y los procesos mentales, la espiritualidad, la cultura, el mundo social, los aspectos emocionales y afectivos, lo político (vida de la polis), lo ético, lo estético y tantos otros aspectos de nuestra vida.

Esto nos permite afirmar que la homeostasis en el sentido ampliado a lo humano es un proceso extremadamente rico y de una variabilidad ilimitada.








Los médicos, con frecuencia advertimos la necesidad de reflexionar periódicamente con el fin de enriquecer y abonar nuestro mundo interior. Es que nos debemos a nuestros pacientes, un cuidado equilibrio personal redundará en beneficio de aquellos que acuden a nosotros en busca de soluciones para sus propios conflictos y desbalances. Además, esos momentos de introspección necesariamente colaboran con el mantenimiento de nuestra propia homeostasis, ese precioso equilibrio, que por ser parte misma de la vida, debe ser siempre resguardado y enriquecido con trabajo, dedicación y entrega.

 

jueves, 15 de octubre de 2020

Hola, ¡qué lindo día en este lugar de la Mancha!

Hola, ¡qué lindo día en este lugar de la Mancha! 





Hablando de coraje, deseo destacar el que se necesita para predicar con el ejemplo cotidiano en esta tarea de humanizar la práctica médica.

 

Mi lema es: “Si en verdad vas intentar derrotar a los molinos de viento, no olvides ponerte la armadura y el yelmo”

 

Con el correr de los años, montado en Rocinante y siempre acompañado de mi amigo Sancho, he constatado que la tarea de consolidar la posición de la Humanidades Médicas hacía el interior del mundo médico, es una tarea titánica. Es cierto que mucho hemos conseguido, pero también son muchas las burlas y los agravios que hemos recibido. Tras quince o veinte años de intentarlo, la piel se ha endurecido y el corazón se ha hecho valiente.

Deseo advertir: La tarea es permanente, 24/7/365. Es verdad, seguimos siendo humanos normales, pero no tenemos sábados, domingos ni feriados. La tarea es permanente, en el aula, en los claustros, en la consulta, en los foros médicos, en las redes sociales, en la organización de eventos, en las lecturas, en la escritura de artículos y obras de ficción.

 

No se puede ser Quijote a tiempo parcial. Lo eres o no lo eres. Ocurre que lo que predicas debes consolidarlo permanentemente con el ejemplo. Si sólo una de esas personas que te escucharon en un congreso hablar de la honestidad y de la ética, te sorprende pisando el césped en zona prohibida, tiene todo el derecho de decir de ti que eres un incoherente y que ya no te cree nunca más.

 

¿Exagerado? Piensa en lo que tú mismo harías si ves a tu profesor de ética guardándose en el bolsillo una lata de atún en el supermercado, intentando sobornar a un policía vial, o agrediendo verbalmente a su esposa. ¡Se te caería un ídolo! Y se te cae del todo: lo que pudo haber dicho de la honestidad, de la ética ciudadana o del trato entre los humanos, deja de tener todo valor.    

 

Por eso: “Si en verdad vas intentar derrotar a los molinos de viento, no olvides ponerte la armadura y el yelmo”.

 

No caben las medias tintas. Y no dejes para mañana lo que debas hacer hoy y debieras tener pensado desde ayer.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Paño de lágrimas

Pregunta en "Ars Medica": 

(https://www.ars-medica.org/) 

 

¿Dónde has encontrado espacio para expresar tu vulnerabilidad? Comparte ideas, experiencias y recursos que te hayan funcionado.




 

  

Sin dudas es una excelente pregunta, me hace reflexionar acerca de mi propia supervivencia como médico a través de cuarenta años de ejercicio profesional. Yo llamaría a los espacios de expresión de mi vulnerabilidad, mis “paños de lágrimas”.

Bien ellos han sido: en primer lugar mi familia, sobre todo mi esposa ya que es la que me acompaña desde hace más tiempo, luego, los propios pacientes. Ellos me han escuchado y me han consolado más de una vez, en oportunidades a causa de problemas propios y en otros por problemas con otros pacientes. Finalmente, los componentes del equipo de salud, enfermeros, bioquímicos, fonoaudiólogos, kinesiólogos e incluso los empleados administrativos.

Desde hace un tiempo deseo crear espacios para compartir las experiencias de manera formal con el equipo de salud, por ahora no lo he logrado. Creo que sería un aporte muy útil en todo servicio de salud.

Finalmente deseo destacar el rol del propio paciente como “paño de lágrimas”. Es el mejor de todos, es comprensivo, sabe escuchar y es enormemente compasivo. Con el paciente son posibles los silencios ya que no son de ofrecer consuelos triviales, prefieren dejar hablar.   

sábado, 12 de septiembre de 2020

“La soledad existencial de la proa”

 

“La soledad existencial de la proa”

Ricardo T. Ricci

riccirt@fm.unt.edu.ar

 

La genial Isak Dinesen cuenta en “Soñadores” la historia de tres individuos, a los que une cierta amistad mientras realizan un viaje en una pequeña embarcación aguas arriba del Nilo. Dos de ellos, Lincoln y Mira conversan afablemente de temas varios, se entrelazan además, narraciones, anécdotas, y cuentos locales. Mientras esto sucede, Said, sentado en la proa no participa del dialogo, por el contrario, se halla ensimismado en un ostensible silencio, su semblante atento, apenas crispado, sus ojos llenos de Nilo y de horizonte. 

En un momento dado el inglés Lincoln advierte esa actitud y le pregunta a Mira:  

“¿Por qué no dice nada Said? —preguntó Lincoln a Mira. Said alzó los ojos y sonrió; pero siguió sin abrir la boca. —Porque piensa —dijo Mira—. Le parece sosa nuestra conversación. — ¿En qué piensa? —preguntó Lincoln. Mira meditó un momento. —Bueno —dijo—, una persona con inteligencia tiene sólo dos cursos de pensamiento, al parecer. Uno es: ¿qué voy a hacer a continuación…, esta noche, o mañana? Y el otro: ¿qué pretendía Dios al crear el mundo, el mar y el desierto, el caballo, los vientos, la mujer, el ámbar, los peces, el vino? Said piensa en lo uno o en lo otro.”[1]



Después de semejante respuesta, un silencio de pasmo los invade a ambos. Hay alguien, que sentado en la proa, observa y guía la deriva de la pequeña nave. Hay alguien que se ocupa del asegurar las etapas y la meta del viaje.

Está absolutamente atento a las cosas presentes y a la vez, ya que es inteligente, a los interrogantes fundamentales del hombre: Primero, que es lo que me depara y pretendo hacer con ello en el futuro inmediato. Traducido: ¿Cómo sigue en lo inmediato mi existencia?

Segundo: ¿De qué se trata esto de ser un existente entre seres? ¿Qué providencia me ha arrojado a un mundo incierto y por momentos hostil? ¿En qué mente delirante, o en cuáles coordenadas de un impredecible e improbable azar, se gestó esto que estoy siendo? ¿A caso hay algo en la naturaleza que certifique que mi estado de conciencia significa una ventaja, no evolutiva, esencial.

 

Son las preguntas del que permanece solo en la soledad de la proa, se lo pregunta por él y por todos.

 

Si mientras estás distendido y pasándola bien, constatas que la proa esta bajo custodia, continúa en lo tuyo; si por el contrario adviertes que la proa se encuentra vacía. ¡Levántate y ve a ocupar ese lugar!

En algún momento tenía que ocurrir, has sido llamado a tomar el control, a decidir el derrotero, a asumir la responsabilidad de que todos lleguen al final del viaje. ¡Has sido elegido para llenarte los ojos de camino y horizonte! No nos puedes defraudar.

Ya sabes: primero estudiar la realidad para definir inteligentemente los próximos pasos, y segundo, escarbar en lo profundo de la existencia en busca de una razón que satisfaga la sed insaciable de respuestas, encontrarle un sentido, un propósito a esa existencia que nos quema las manos, que nos vuela los sesos y que se encuentra encubierta en un inquebrantable velo de misterio.     

 



[1] Isak Dinesen. “Los soñadores”


domingo, 16 de agosto de 2020

Necesito de ti

“Necesito de ti”

Ricardo T. Ricci

riccirt@fm.unt.edu.ar

“Hablo por teléfono con Antonio Lucas, añorando las cenas en Lucio, y me dice: "En estos tiempos de confinamiento, de estar solos y lejos unos de otros, la nostalgia de los amigos, la ausencia física prolongada de éstos, es también un bicho que te roe y avanza sin cesar". (Tuit de Artuto Perez Reverte (Escritor Español) 25 de marzo de 2020

 


¡Estas cosas que tiene la cuarentena obligatoria! Ayer me enfrasqué en una trifulca tuitera con un tal Juampi. No sabía nada de él pero me molestó sobremanera un post de su autoría. Concretamente se refería a la opinión de una científica argentina que explica los motivos que posee para dudar de la información que el gobierno comparte y de una eventual manipulación de las estadísticas relacionadas con la pandemia.

“Que te den por el c…” Fue el aporte de Juampi. Si bien no me hallaba implicado, el exabrupto me molestó sobremanera y decidí contestarle: “Si ese es todo el aporte que puedes hacer a la discusión, habla muy pobremente de vos”.

Mi idea era poner en blanco sobre negro una cuestión que puede ser opinable y la brutalidad desmesurada de la respuesta. A los segundos recibí su respuesta: “Lo que muy pobremente habla de ti es que hayas votado a Macri”. “¡Ah, además de guarango eres adivino eh!” le contesté dejándome llevar por la bronca. Su respuesta no se hizo esperar: “Es fácil, cualquier cabeza de termo que pone en su perfil una foto sacada en la Sociedad Rural, no puede haber hecho otra cosa que votar a Macri.” “Ves lo que son los prejuicios, soy uruguayo” mentí.

Me contestó que de un modo u otro estaba en contra del pueblo si apoyaba los cacerolazos que en contra del gobierno que se planeaban para anoche. Le dije que era un uruguayo – tucumano, y que nuestro país no tenía futuro si se sigue abonando la grieta que nos separa de manera irreconciliable. ¡La Argentina, lo que necesita, es el perdón mutuo de las facciones! No recuerdo que me contestó, pero percibí que aún se revolvía en el odio.

Insistí: Lo hicieron países con sociedades más sufridas y sabias que la nuestra: Alemania, Japón y la España de un millón de muertos. Ellas en un momento dado, decidieron respirar hondo, tragarse los enconos, perdonar todo lo posible y encaminarse hacia un futuro que los contenga a todos.

Después ya no tuve más respuestas de Juampi. En general la palabra perdón disuelve cualquier disputa de esta índole. Es que, siendo evidente que nos necesitamos entre todos, que mi destino está inevitablemente atado al tuyo, aún no estamos maduros para dar el paso hacia el perdón. Parece que aún faltara sufrir, que aún es necesaria más disputa, más dolor, más odio, de un lado y del otro. ¡Necesito de vos, como vos de mí, si continuamos de éste modo nuestro destino es funesto, de disolución, de guerra fratricida, apocalíptico.

 

Estaba metido en estas reflexiones cuando en una revista española online, Zenda, di con un experimento de entrecasa hecho por el escritor Arturo Pérez Reverte, quien, para aliviarse de los embates de la soledad en épocas de cuarentena, llamó a sus amigos y rescató de esas conversaciones frases inspiradoras, frases que sintetizan emociones, frases que añoran el vínculo propio de los humanos.

Comparto algunas: (Arturo Pérez-Reverte @perezreverte) 

“Hablo por teléfono con Juan Gómez Jurado y dice: "Me alegro de tener el perro en casa, porque gracias a él puedo salir unos minutos a ver lo que queda del mundo. Y cuando no trabajo, leo y releo a los clásicos, que es la mejor forma de tomar vitaminas para sobrellevar todo esto".

“Hablo por teléfono con Juan Carlos Monedero y me dice: "Aunque me duele el cuerpo de las criminales tablas de gimnasia que hago en casa para no oxidarme, que no paro, todavía me queda marcha para imaginar que saldremos de todo esto siendo mejores personas".

Hablo por teléfono con Ignacio Camacho, viejo amigo, y me dice: "Me pregunto si la España real se parece más a la de los balcones o a la del Congreso de los Diputados. Y, sobre todo, me pregunto cuál de esas dos Españas prevalecerá cuando todo haya terminado".

“Hablo por teléfono con Manuel Jabois y dice: "Me he afeitado y dejado bigote para que estos días de mierda los recuerde otro. Pienso en mi madre, que curra en un hospital, y hago videollamadas con mi hijo, que al verme el bigote dijo: ¡Por el amor de Dios! Mi hijo tiene 7 años".”

“Hablo por teléfono con José Manuel Sánchez Ron y dice: "Escribo como un poseso para soportar tanto dolor, ineptitud y demagogia política. Y admiro aun más al personal sanitario español, tan reiteradamente puteado por unos y otros. La desgracia también templa el corazón humano".

 

Necesito de ti tanto como tú necesitas de mí. La grieta atenta contra el nosotros inclusivo. Hay heridas que son tan profundas que no se curan con declamaciones partidistas, con actitudes demagógicas, con paliativos económicos, sólo se curan con perdón.

 

    

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 8 de agosto de 2020

Certidumbre

El camino al cielo no es otro que este que piso.

Ricardo T. Ricci

24 de junio de 2020


Certidumbre (Emily Dickinson)



Yo jamás he visto un yermo
y el mar nunca llegué a ver
pero he visto los ojos de los brezos
y sé lo que las olas deben ser.

Con Dios jamás he hablado
ni lo visité en el Cielo,
pero segura estoy de adónde viajo
cual si me hubieran dado el derrotero.



  

La sensibilidad preciosa de Emily Dickinson, la mismísima sencillez a la hora de transmitir una emoción:

Nunca jamás he tenido la experiencia de un terreno seco, arenoso, infértil. No tengo mucha idea de lo que es la soledad allí donde no hay más nadie. Enormes espacios vacíos moteados por uno que otro vegetal. Eso, a cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar, es la mismísima puna Emily. Nunca la has visto, sin embargo tienes plena conciencia de los ojos de los brezos, una de las pocas plantas que florecen en esos tipos de terrenos yermos, sin vida. Los ojos de esas flores simples, modestas, iluminan esa vasta soledad.

El mar es otro tanto, es la soledad hecha de agua, en su superficie es lo yermo con humedad. No parece haber nada de nada, sin costa a la vista es el mismísimo desierto sin esperanza. Imaginas, supones, dices saber lo que son las olas sin verlas. La variedad de lo variado, una tras otra sin repetirse nunca, exaltación de la espuma. Las olas son los testimonios de la alegría de la soledad al encontrarse de manera patente con toda posibilidad. Flora y fauna de la orilla, dureza inconmovible de los acantilados, revoloteos de gaviotas y pelícanos. Celebración de las focas, delfines y ballenas.

Es la belleza del mar que se expresa en plenitud cuando, por fin, es observado. 

Nuestros sentidos, como dices, no son los caminos hacia Dios. Nos resulta imposible concertar una visita al Cielo, es imposible sorprenderlo.

Dios huye de allí donde lo buscamos, no por Él, por nosotros. Adonde arribamos ya se hizo el vacío. Somos seres sin inteligencia, lo reducimos todo a modelos improcedentes; somos seres sin voluntad, sólo caprichos.

La seguridad del destino parece estar en cada piedrita del camino, parece existir ya aquella con la que tropezaré mañana. En el camino está el obstáculo a salvar, está la brisa para avanzar, está el atajo a evitar, el puente a cruzar y el desconocido para abrazar.

 

¡Vaya paradoja!

Es el camino que desando el mismísimo testimonio de la meta.     

 

viernes, 24 de julio de 2020

¡Metiendo la pata hasta el final!

“Meter la pata

Ricardo Teodoro Ricci (riccirt@fm.unt.edu.ar)

24 de julio de 2020


“Vivir una vida cometiendo errores no es sólo más honorable, sino más útil que vivir una vida haciendo nada.”

George Bernhard Shaw

  

Jennifer Egan[1] sobre la escritura, la trampa de la aprobación y el consejo más importante para los aspirantes a escritores:

 

"Solo puedes escribir regularmente si estás dispuesto a escribir mal... Acepta la mala escritura como una forma de “cebar la bomba”, un ejercicio de calentamiento que te permitirá escribir bien".

 


Es el mejor de los consejos para quien se inicia en la escritura, o para quien desea iniciarse en cualquier actividad de la vida.

 

¡Vamos Topo a dar tu primer paso! Y el Topo se cae sentado sobre sus pañales. ¡Arriba que vamos de nuevo! Una y otra vez la fuerza de gravedad y la seguridad del gateo, tientan al Topo a no modificar la situación. Es preferible permanecer en la zona de confort, se dice para sí. Una y otra vez se para, intenta, se cae, se frustra.

¡Vamos de nuevo con la ayuda de papá! ¡Y el 23 de noviembre de 2003, siendo las 11 horas, 47 minutos, dio su primer paso! Festejos, escándalo, filmaciones. ¡Se cayó inmediatamente! No importa, dio su primer paso, ahora no lo parás más.

Con la bici pasó lo mismo, con la natación algo similar. Con las sumas, las restas, con el sujeto y el predicado. Con las ecuaciones y los logaritmos, las rimas, la clorofila y el electrón. Siempre pasó lo mismo, ¡no puedo, hasta que puedo!

Entre el querer y no poder, y el poder hacer medianamente aceptable, hay un territorio peliagudo que hay que transitar con voluntad y determinación. Un duro camino de agua con gusto a cloro y rodillas magulladas. Una senda en donde el esfuerzo cosecha una sarta de metidas de pata. Donde el ensayo siempre termina en error hasta que esa tendencia se invierte convirtiéndose en el gozo de poder, en la celebración del logro.

 

Esto, palabras más palabras menos, es a lo que nos invita Egan.

Si deseas escribir, ¡escribe! Habrá numerosas metidas de pata que te servirán para “cebar la bomba”. Observa el hermoso juego de las metáforas que te alientan a intentarlo una y otra vez.

¡Mete la pata que ya podrás sacarla del barro! Ceba la bomba que sólo cuando está bien cebada puede darnos agua.

 

Después de todo no hay nada más honorable y útil para vivir que cometer y enmendar nuestros errores.     


miércoles, 15 de julio de 2020

La organización de la Psiquis infantil.


“Esplendido regalo de amor”

“Niño de rostro sereno y apacible
De ojos de mil maravillas soñadores.
Aunque el tiempo se vaya desvaneciendo
Y la vida nos aleje uno del otro
Tu cándida sonrisa seguirá clamando a voces
El espléndido regalo de amor de un cuento de hadas.”[1]


Acabo de comprender la pasión que mi amigo tenía por los cuentos de hadas. Se los contaba a cuanto niño tenía a su alcance, especialmente a sus propios hijos, sobrinos y nietos. A esos niños pequeños les brillaban los ojos llenos de atención y expectativas, permanecían como petrificados mientras la historia se desarrollaba.
Hasta se inventó una saga privada, exclusiva para los pequeños integrantes de su tropa: “Los patas sucias”. Trataba de una tribu de niños mezcla de indios Sioux con aventureros infantiles contemporáneos que, a bordo de trenes fantásticos desarrollaban atractivas y ‘peligrosas’ aventuras en la frontera de Santiago del Estero y Tucumán. Velocidad, intriga, lealtad a prueba de todo, compañerismo, valentía y secreto, eran algunos de los ingredientes infaltables de esas largas veladas literarias.
En la medida que la población de nietos (indios) iba creciendo, los nuevos bebés se iban incorporando de pleno derecho a “Los patas sucias”; el pie pintado con la tinta indeleble del registro civil era el testimonio de ese sencillo rito de iniciación.  Con sus rostros serenos los niños, como en un encanto, escuchaban las aventuras que él improvisaba discrecionalmente sin otro límite que el de la mismísima bondad.



Bruno Bettelheim, destacado psicoanalista europeo, en su hermoso libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, defiende y recomienda enfáticamente la narración de éstos a los niños.  Decididamente adopta una postura abiertamente contraria a “aquellos que, movidos por una ignorante y mezquina racionalidad, insisten en censurar o proscribir estas historias privando así a los niños de las importantes contribuciones que los Cuentos de Hadas pueden prestar  a sus vidas.
Por su parte G. K. Chesterton y C. S. Lewis (también citados por Bettelheim) estaban convencidos que los Cuentos de Hadas son “exploraciones espirituales” y que “revelan la vida humana desde el interior”.
Al igual que los mitos, los Cuentos de Hadas tienen una función organizadora de la psiquis infantil. Colaboran, de manera apacible y protegida con el ordenamiento y la comprensión de los sentimientos ambivalentes y complejos que los niños presentan hacia sus padres y los adultos en general.

En la antigua India el médico iniciaba su terapéutica narrando una historia al paciente esperando a que éste, en la contemplación de la historia acomodara sus angustias y mediante la esperanza encontrara un camino hacia una realidad diferente. En la actualidad se consolida cada vez más un movimiento iniciado en medicina por la Dra. Rita Charon denominado Medicina Narrativa. Básicamente consiste en que el paciente narre con detalles su historia, que inserte en ella la patología actual, la vincule, la relacione, y la haga parte de un relato con continuidades y discontinuidades. De ese modo el paciente toma posesión de su historia y de su enfermedad, se apropia de su circunstancia otorgándole un sentido.

El médico, por su parte hace otro tanto introduciendo la historia del paciente en un cuerpo narrativo detallado en el cual se explican las causas posibles de la enfermedad, sus factores coadyuvantes, etc. Visualiza el estado actual como un fenómeno complejo enmarcado temporalmente, y entrevé el pronóstico como derivas posibles de senderos que se bifurcan. Esta configuración efectuada por el médico, tiene muchas chances de  ejercer un notable efecto positivo sobre el estado del paciente, permitiéndole a este hacer una re significación y abrirle las puertas a la esperanza. Como todo relato organiza el caos, conforma un nuevo cosmos.

Rita Charon lo dice con claridad: “La historia es lo que activa al médico en cascadas de cambios enzimáticos. La historia es el ligando que me pone en acción: mis recuerdos, mis sueños, mis asociaciones, mi entendimiento, mi habilidad cognitiva, mis habilidades manuales, mi diagnóstico diferencial, mi conocimiento de qué hacer luego, mi comprensión de los efectos colaterales de la medicina, mi decisión de iniciar insulina, mi decisión de agregar otro agente oral, mi compromiso con este paciente, mi decisión de ayudar a que mejore, mi interés, mi estima, mi amor. La historia es el ligando.” [2]  

Siendo géneros similares, los Cuentos de Hadas difieran de las fábulas y los mitos. La fábula tiene un mensaje moral expresado en la enseñanza final o moraleja, el mito por su parte, en su función organizadora y significante de la realidad, presenta las acciones de un héroe que el oyente o lector debe imitar. El Cuento de Hadas, en cambio no exige nada, proporciona orden, seguridad, perspectivas de futuro y mantiene siempre la promesa de un final feliz.
A estos rasgos que constituyen los elementos característicos y diferenciales de los Cuentos de Hadas Lewis Carroll, el creador de Alicia en el País de las Maravillas, les llamó “Regalo de Amor”. Este detalle, como lo señala Bettelheim en la obra citada, es la característica propia y diferencial de los Cuentos de Hadas.

Como el Cuento de Hadas es un relato fantástico y efectúa una distorsión de la realidad, es conveniente que sea narrado por alguien en quien el niño confíe y por quien le ofrezca la seguridad de la contención y del amor. Claramente no es lo mismo leer un cuento de hadas que escucharlo narrado con énfasis, animadamente, con amor. Yo agregaría: con algunos efectos especiales como gruñidos, temblores, cambios de iluminación, risas satánicas y demás

Yo mismo he sido testigo de las caritas y los ojos de asombro de mis hijos pequeños cuando les leía “Corazón” de Edmundo D’Amicis. Juntos fuimos héroes con “El pequeño vigía lombardo”, enamorados de nuestra tierra con “El pequeño patriota paduano” y viajeros heroicos en la fantástica travesía “De los Apeninos a os Andes”. Como no identificarse con Garrone, quien se ha ganado el cariño de todos ya que defiende a los más débiles y la justicia y con su gran dolor al morir su mamá.
Una inolvidable y enriquecedora experiencia para mí; ellos, ahora que son padres, tienen la misma impresión.




[1] Lewis Carroll, citado por Bettelheim, Bruno en “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” Editorial Crítica, Barcelona España, 1977.

miércoles, 10 de junio de 2020

Los Payasos

I pagliacci

Ricardo T. Ricci.

3 de mayo de 2020

 

No hay dolor más doloroso que el dolor del payaso.

No hay tristeza más triste que la tristeza del payaso.

No hay disfraz más burdo y patético que el del payaso.

Sombreros, moños y los zapatones, rústicos, groseros.


  

No hay lágrima más amarga que la lagrima del payaso.

No hay sonrisa más desolada que la sonrisa del payaso.

No hay maquillaje más apenado que el del payaso.

Los niños intuyen que en el fondo sólo hay desconsuelo.

 

No hay nostalgia mayor que la nostalgia del payaso.

Mirada más tierna y melancólica que la del payaso.

La alegría verdadera prefiere no disfrazarse de payaso.

El gozo, la diversión, el consuelo huyen lejos del payaso

 

No hay soledad más sola que la del payaso.

No hay congoja que angustie más que la del payaso.

No hay abandono, no hay olvido como los del payaso.

Payaso eres el espejo fiel del ser humano, su advertencia.


 

Nadie me duele más que los payasos.

Risa, llanto, temblor, todo en uno en el payaso.

Añoro las risas sin máscaras y la alegría sin disfraz.

Te aguardo, payaso, con la cara limpia y el corazón puro.

 



No hay amor mas desdichado que el del payaso.

No hay desdicha mayor que el amor del payaso.

 

Quiero ayudarte a cerrar las heridas de tu alma.

Me maquillo entero y comienzo ya con las piruetas

si eso inicia tu consuelo, si por compartir calmas tu pena.

Estoy sin zapatones pero se de andar con ellos,

Te abrazo con el alma sin maquillar, payaso.


jueves, 28 de mayo de 2020

Soledad y espacio creador.


La soledad y el mundo de la creación.


Rachel Carson[1] sobre la escritura y la soledad del trabajo creativo[2]:

"Si escribe lo que usted mismo piensa y siente sinceramente y le interesa... interesará a otras personas".



Un consejo pertinente de una escritora destacada de no ficción y divulgación científica. Una bióloga marina comprometida, fundadora del conservadurismo ambiental y la ecología.











Efectivamente la tarea de escribir es solitaria. El escritor opera permanente con las ideas de otros, las recombina y las transmuta en ideas propias. 
En el silencio de la soledad, en ese terreno abonado por tantas lecturas, ese sitio frecuentado por tantos precursores que, a modo de insistentes fantasmas, aportan viejos materiales con los que se intentan nuevas construcciones. 

Usando materiales antiquísimos, armonizándolos con otros ingredientes insospechados surgidos de la memoria, con noticias de último momento y con la imaginación creadora, surge la novedad original, adquiere brillo la singularidad.

Es en ese espacio donde importa lo que al autor piensa y siente, donde sinceramente surge lo que le interesa. Eso que apasiona al autor tomará tal forma expresiva, tal brillo de originalidad, y tanta sinceridad, que será una invitación desnuda, un convite lanzado al mar en una botella, una ofrenda de intimidad.

Debo escribir de mis amores, de mis tesoros, de mis pasiones, mis miedos y mis redenciones. A ese terreno nuevo, totalmente novedoso, está invitado aquel que encuentre en el mismo su hogar, sólo por un tiempo.

Luego ¡a crear el suyo propio!
    
“Escribir es una ocupación solitaria en el mejor de los casos. Por supuesto, existen asociaciones estimulantes e incluso felices con amigos y colegas, pero durante el trabajo real de creación, el escritor se separa de todos los demás y se enfrenta solo a su tema. Él se muda a un reino donde nunca antes había estado, tal vez donde nadie haya estado nunca. Es un lugar solitario, incluso un poco aterrador.”[3]






domingo, 24 de mayo de 2020

Una herramienta para saber quiénes somos


Pildoritas de literatura I

Ursula K. Le Guin sobre arte, narración de cuentos y el poder del lenguaje para transformar y redimir[1]

"Una de las funciones del arte es dar a las personas las palabras para conocer su propia experiencia... La narración de historias es una herramienta para saber quiénes somos y qué queremos".[2]

¡Se puede decir tanto con tan pocas palabras!

El arte, la narración, viejos modos humanos de darle un orden al caos, de construir un cosmos. Las imágenes concretadas con esas pinceladas de narraciones dieron origen a la leyenda, al mito, al sueño. Palabras que nos acunan para que podamos relajarnos en medio de tanta perplejidad.

Las historias enseñan el camino y aseguran la posibilidad de un cambio. La concreción del cambio que ya se había gestado en la imaginación del escritor, del guía. La redención asegurada por la palabra desde antes que fuéramos, el lenguaje que se reserva la potestad de transformar el abajo en arriba; las tinieblas en luz, el final en comienzo.


Algunas funciones del arte:

Brindarte generosamente las palabras para que puedas ponerle nombre a tu experiencia, para que relatándola la hagas memorial, para que viéndola o escuchándola la hagas patente delante de ti. Las palabras son tu Virgilio y tu Beatriz.

La narración de historias pone ante ti realidades ajenas que te muestran tal como eres, permiten que te compares, que te definas. Ponen ante ti un prototipo solo percibido por vos al cual por amarlo te podrás parecer, o aborreciéndolo te podrás diferenciar.

¿Es posible que alguien sepa decirme lo que quiero…? Pues sí, porque no lo sabes todo, porque tu mundo es siempre pequeño comparándolo con el mundo, porque la realidad que tu candela ilumina es despreciable comparada con la realidad, porque eso a lo que llamas música son dos o tres acordes de la gran sinfonía.

El lenguaje es la puerta al mundo, a la realidad, la catástrofe y la armonía. A él te llevará tu voluntad siempre y cuando hayas tenido noticias desde allí y por las palabras vislumbres el inicio de una senda.

Ricardo T. Ricci  

jueves, 7 de mayo de 2020

El palacio de la Justicia


Un despreciable insecto en busca de justicia.
Ricardo T. Ricci, 27 de abril de 2019






Sí, la citación era para hoy, de eso estoy seguro. ¿Cómo será? ¿Declaré? ¿Me advertirán que debo decir la verdad y sólo la verdad? 
Por las dudas saco el papel de mi bolsillo. Cuesta leerlo por la cantidad de arrugas y pliegues que tiene. ¡Lo he visto y lo he vuelto a guardar tantas veces! 
En este acontecimiento y en este día me va la vida. Confirmada la citación y corroborada la fecha y el horario, levanto mi mirada ante el majestuoso portalón de entrada. Se debe guardar algo sagrado adentro de este edificio, el portón de hierro forjado con rejas y retorcidas volutas ornamentales así lo atestigua. Uno percibe en grado de certeza, que lo que allí se encuentra es materia preciosa. Inmediatamente detrás de fortificado ingreso me enfrento con un monstruo realmente atemorizante. Es la enorme escalera de entre dieciocho y veinte metros de ancho, que asciende señorial y portentosa hasta lo que sería el tercer piso de un edificio actual, de esos comunes. Los conté después, son 42 escalones, todos de mármol que han resistido majestuosamente el paso de los tiempos y los miles de desventurados como yo. El común de los mortales mira hacia arriba y se siente amedrentado por tanta altura, tanto recorrido, tanto trayecto venerable.

Me siento un insecto ante lo sacrosanto, un gorgojo ante la mismísima majestad de lo imperecedero. Atemorizado y empequeñecido, no me animo a transitar en mi diminuta soledad, este trayecto solemne que parece reservado sólo para los iniciados.

En ese momento llega el Dr. Rapazini, me toca el hombro con familiaridad y displicencia. Me dice que el encuentro es arriba. Mientras le pregunto a mi pie izquierdo si se va a animar a pisar el primer escalón, él ya ha recorrido por lo menos una decena a los saltitos, avanzando de dos en dos. “¡Vamos!” Me alienta. “No se achique compadre que no muerde.”
Después de un ascenso reverencial, paso a paso, lentamente, llego agitado, más por la ansiedad que por el esfuerzo, al piso superior.

“Miré, aquí presentamos el escrito, en la Fiscalía en lo Civil, Comercial y del Trabajo I. Firme acá y ya está desocupado. Ya hablé con Carlos, el fiscal y nos espera Roberto, el juez para concluirlo todo. No se preocupé, todo está convenido y arreglado, lo llamo cuando esté lista la sentencia.”

Me quedo mudo, digo adiós con un gesto casi imperceptible y me encamino perplejo hacia el precipicio. Nuevamente me enfrento a la grandiosa, y ahora inversa perspectiva de la escalera, me toca tener el atrevimiento de descender al mundo de la vida. Por un lado me siento acobardado y misérrimo, por otro sé que de ese modo y sólo de ese modo, dejaré atrás la ridícula solemnidad de los Tribunales de Justicia de Tucumán.

Me alejo aliviado del ostentoso y vacío de sentido, “Palacio de Justicia”.

domingo, 26 de abril de 2020

Juegos con consecuencias desastrosas.


Los jueguitos del capitán.
Ricardo T. Ricci
26 de abril de 2020.













Todos los años, para el día del policía, el capitán organiza un día de campo e inventa tres o cuatro jueguitos estúpidos y a la vez peligrosos. Ayer se vino con éste al que llamó: “Acierta o pierde”. Consiste en que todas nuestras señoras o novias se sientan detrás de la lona mientras a nosotros nos hacen mirar para otro lado. Cuando ya las damas están bien ocultas y dispuestas, nosotros debemos pasar de uno en uno a identificar los pies de la propia mujer o novia. El capitán y el sargento no participan, sólo se divierten.

Los pies del extremo derecho son los de la cabo Chadwick, esposa de Johnstone. Le encanta usar pantalones y zapatos de hombre, la hacen sentir más segura en la comisaría. Las dos de la izquierda no son problema, son la hija y la esposa del capitán. Simple deducción: la esposa por los zapatos pasados de moda y la hija, porque siempre está pegada a ella prendida de su brazo derecho. Me quedan siete.

Nunca presto atención al modo en que mi mujer se viste, ¡lo voy a comenzar a hacer desde ahora! Esto más que jueguito, es un modo de ponerlo a uno en flor de aprieto que en general tiene consecuencias.

Sé que si no reconozco los pies de mi mujer seré el hazmerreir de la jornada y luego recibiré, en casa, la correspondiente sanción. Si elijo cualquiera de las damas de mis compañeros, se arma la maroma, comienzan los celos y las suspicacias, luego pueden pasar meses de sospechas y comidillas.
El problema se torna más grave aún, si elijo los pies de la novia del sargento, ella es bien pispiretona y de ojito alegre y él un celoso patológico. Supongo que ella será la de los zapatos más puntudos, por las dudas no los elijo.

¡Vamos, hay que jugarse! Me decidí por los del medio, completamente al azar. ¡Y le erre fiero! Eran los pies de la hija del capitán que justo ese día comenzaba a practicar conductas contra el apego. Se puso colorada de la vergüenza y comenzó a llorar. El capitán no me va a perdonar eso.

Mi mujer también se puso colorada, pero de la furia. Me ligué una perorata acerca de mi falta de atención, de mi menosprecio a su persona, de mi falta de consideración por las cosas del hogar, de que seguro que reconocía los pies de mi madre y de que en el fondo me parecía a mi padre, un soñador distraído. Que cuando estábamos de novios nunca recordaba que detesta el helado de chocolate y no le gustan las flores.

Hace una semana que me trata con indiferencia, de acuerdo con los antecedentes, calculo que estaré en el freezer por lo menos tres meses. Cuando llego a casa le doy un beso a una estatua de mármol que se viste como mi mujer, cuando nos vamos a dormir siento unas irradiaciones raras que vienen de su lado y me provocan insomnio. Comida: arroz blanco con huevo duro y ¡si querés otra cosa, ahí está la heladera! No es la primera vez que ligo de este modo.

El año pasado al capitán se le ocurrió otro jueguito. Con los ojos vendados debía conocer a mi esposa sólo con el tacto. Una vez realizado el reconocimiento, debía dársele un ósculo en la mejilla. Le plantifiqué el beso a la mujer del capitán, no me había dado cuenta del bigotillo que portaba.
Esa vez aparte del freezer por tres meses, me chupé calabozo por tres días.

Por eso prefiero que el día del policía no llegue nunca, o que lo trasladen al capitán de una vez.        

lunes, 13 de abril de 2020

Una consulta médica


Dolor
Ricardo T. Ricci
20 de setiembre de 2016

Son llamativas estas cuestiones de la comunicación entre el médico y el paciente. No hay médico que diga que la relación médico paciente es un asunto sin importancia, sin embargo…


Al respecto, hace unos días Hernán Gutiérrez me contó su experiencia:

Pase Gutiérrez, buen día. ¿Qué anda haciendo por acá?

Tengo un dolor en el pecho doctor.

Sabe Gutiérrez, ¡he perdido mi sello! Hable, hable que lo escucho mientras lo busco en medio de este quilombo de papeles. Lo escucho.

Si, desde hace unos dos días siento como una opresión en el pecho, no es muy intenso, es molesto. Cuando cambio de posición siento como una puntada que me deja sin poder respirar. En realidad lo iba a venir a ver antes de ayer, pero con lo que nos estaba pasando… Mi hija, si mi hija. Lleva unos años de casada y esperaba, después de un enorme esfuerzo, su primer bebé. El embarazo venía bastante bien; ella con unos problemas en su casa, con su marido…pero la cosa iba bastante bien. Se la veía contenta dentro de todo. Mi señora le recomendaba que hiciera reposo, que no trabajara…el marido está desempleado ¿vio? El tipo no andaba bien. Decía que salía a buscar trabajo, y resulta que se iba al bar con los amigos a tomarse unas cervezas. Alguna vez hasta me pidió unos mangos prestados…

Este sello de mierda, ¿adónde se habrá metido? Voy a ver de nuevo cajón, por cajón.

Mi hija trabaja en una verdulería, en el barrio nomás… Se hace con unos pesitos que le sirven para las cosas de la casa. El hace rato que no labura. Viven en una casita que construí en el fondo; siempre estamos juntos. Cuando mi hija vuelve a la noche picamos algo y charlamos. Ernesto regresa más tarde, a veces viene con bronca. Nos damos cuenta por la forma en que abre y cierra las puertas. Desde casa alcanzamos a oír cuando le pega un grito a mi hija. Pensamos inocentemente, bueno todas las parejas tienen sus peloteras, se arreglan y ya. Nunca nos pareció que le pegara a mi hija, no parece esa clase de hombre. Tampoco nos consta que viniera borracho…

Y ahora…¿qué hago toda la tarde sin el sello? Veo por última vez en el maletín, y si no lo encuentro me voy.

Hace tres noches vino a los gritos desde la calle. Estábamos los tres en la cocina. Ya sabe, mi señora, mi hija y yo. Entró pateando la puerta hecho una furia. En dos zancadas se puso al frente de mi hija como para darle un golpe. Allí salté y me interpuse, es mi hija doctor… ¿Qué podía yo hacer? Me barrió con el brazo y fui a parar al lado de la heladera. Primero pegué con la puerta y luego caí al piso. Cuando vi que tomaba a mi hija por la cara, me enloquecí. De un salto estuve de nuevo a su lado, el codazo que me dio aquí, si justo aquí, me saco del medio y me dejó sin respiración. A mi señora la amenazó, pero no la tocó. A Mabelita le dio una cachetada y en el suelo, le pateó la panza…

¡Acá está el sello hijo de puta! Escondido bajo el tensiómetro en el maletín. ¿Adónde me dijo que le dolía?

domingo, 12 de abril de 2020

¿Palabras vacías?


“Felices Pascuas (¿Palabras vacías?)”
Ricardo T. Ricci, Domingo de Pascua de 2020.



Mal que nos pese, al desearnos Felices Pascuas podemos estar diseminando palabras vacías, podemos estar compartiendo apenas un continente sin contenido.

  

En la carrera olímpica de la posta 4 x 100 corren cuatro velocísimos atletas que cada cien metros entregan el testimonio. Se denomina de ese modo al objeto de forma cilíndrica, que cada uno pone en la mano del siguiente corredor para que éste lo lleve, con seguridad, hasta la meta. El primer atleta lo porta en su mano en el momento de la partida, es el cuarto el que llega con él a la línea de llegada.

El valor inmenso del testimonio consiste en que es entregado por alguien y para algo. La carrera en equipo adquiere sentido, cobra su valor, en la medida que se vaya entregando el testimonio hasta que uno, el último, lo deposite en la meta. El primer atleta lleva una promesa, un anhelo, un propósito que aún carece de contenido. El segundo, en cambio, recibe el anhelo y el testimonio comprometido de quien luchó durante cien metros para llevarlo hasta él. Recibe una historia. Con el tercero y el cuarto ocurre lo mismo, hasta que éste lo deposita en la meta.

El objeto que alcanza la meta contiene en él, la promesa original y la historia del recorrido efectuado, por eso se llama testimonio. Los cuatro atletas son los testigos comprometidos que pueden dar fe (testimonio) del camino recorrido, del cuidado de la promesa y del esfuerzo realizado. Es decir, el objeto ya no se encuentra vacío, ya no es sólo una promesa, cuatrocientos metros después se convirtió en una entidad con historia, valiosa por su concreción.

La carrera se inició con una aspiración vacía de contenido, un deseo, solo una promesa, y terminó con un testimonio. A lo original se le sumó el esfuerzo, el espacio, el tiempo y el compromiso del atleta. Ya no es algo vació, contiene vida, está lleno de significado.

Desear felices pascuas, significa entregarle a los otros el testimonio de vida de un año pascual. Sin vida, sin historias, sin errores ni enmiendas, sin caídas y levantadas, estamos entregando palabras vacías. Si no hemos sido testigos de Cristo resucitado, estamos entregando las palabras del año que ha pasado vacías, tal como las habíamos recibido. 

La Pascua es el paso, en nuestro contexto, el paso del testimonio de una mano a la otra. A los buenos deseos que recibo, le debo sumar durante un año, vida, esfuerzo, compromiso, historia, claudicaciones, de lo contrario lo entregaré vacío.

¡Aquí tienes el testimonio, está algo castigado y marchito!

¡Felices Pascuas!