domingo, 12 de abril de 2020

¿Palabras vacías?


“Felices Pascuas (¿Palabras vacías?)”
Ricardo T. Ricci, Domingo de Pascua de 2020.



Mal que nos pese, al desearnos Felices Pascuas podemos estar diseminando palabras vacías, podemos estar compartiendo apenas un continente sin contenido.

  

En la carrera olímpica de la posta 4 x 100 corren cuatro velocísimos atletas que cada cien metros entregan el testimonio. Se denomina de ese modo al objeto de forma cilíndrica, que cada uno pone en la mano del siguiente corredor para que éste lo lleve, con seguridad, hasta la meta. El primer atleta lo porta en su mano en el momento de la partida, es el cuarto el que llega con él a la línea de llegada.

El valor inmenso del testimonio consiste en que es entregado por alguien y para algo. La carrera en equipo adquiere sentido, cobra su valor, en la medida que se vaya entregando el testimonio hasta que uno, el último, lo deposite en la meta. El primer atleta lleva una promesa, un anhelo, un propósito que aún carece de contenido. El segundo, en cambio, recibe el anhelo y el testimonio comprometido de quien luchó durante cien metros para llevarlo hasta él. Recibe una historia. Con el tercero y el cuarto ocurre lo mismo, hasta que éste lo deposita en la meta.

El objeto que alcanza la meta contiene en él, la promesa original y la historia del recorrido efectuado, por eso se llama testimonio. Los cuatro atletas son los testigos comprometidos que pueden dar fe (testimonio) del camino recorrido, del cuidado de la promesa y del esfuerzo realizado. Es decir, el objeto ya no se encuentra vacío, ya no es sólo una promesa, cuatrocientos metros después se convirtió en una entidad con historia, valiosa por su concreción.

La carrera se inició con una aspiración vacía de contenido, un deseo, solo una promesa, y terminó con un testimonio. A lo original se le sumó el esfuerzo, el espacio, el tiempo y el compromiso del atleta. Ya no es algo vació, contiene vida, está lleno de significado.

Desear felices pascuas, significa entregarle a los otros el testimonio de vida de un año pascual. Sin vida, sin historias, sin errores ni enmiendas, sin caídas y levantadas, estamos entregando palabras vacías. Si no hemos sido testigos de Cristo resucitado, estamos entregando las palabras del año que ha pasado vacías, tal como las habíamos recibido. 

La Pascua es el paso, en nuestro contexto, el paso del testimonio de una mano a la otra. A los buenos deseos que recibo, le debo sumar durante un año, vida, esfuerzo, compromiso, historia, claudicaciones, de lo contrario lo entregaré vacío.

¡Aquí tienes el testimonio, está algo castigado y marchito!

¡Felices Pascuas!    

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