“Felices
Pascuas (¿Palabras vacías?)”
Ricardo T. Ricci, Domingo
de Pascua de 2020.
Mal que nos pese, al desearnos
Felices Pascuas podemos estar diseminando palabras vacías, podemos estar
compartiendo apenas un continente sin contenido.
En la carrera olímpica de
la posta 4 x 100 corren cuatro velocísimos atletas que cada cien metros entregan
el testimonio. Se denomina de ese modo al objeto de forma cilíndrica, que cada
uno pone en la mano del siguiente corredor para que éste lo lleve, con
seguridad, hasta la meta. El primer atleta lo porta en su mano en el momento de
la partida, es el cuarto el que llega con él a la línea de llegada.
El valor inmenso del
testimonio consiste en que es entregado por alguien y para algo. La carrera en
equipo adquiere sentido, cobra su valor, en la medida que se vaya entregando el
testimonio hasta que uno, el último, lo deposite en la meta. El primer atleta
lleva una promesa, un anhelo, un propósito que aún carece de contenido. El
segundo, en cambio, recibe el anhelo y el testimonio comprometido de quien
luchó durante cien metros para llevarlo hasta él. Recibe una historia. Con el
tercero y el cuarto ocurre lo mismo, hasta que éste lo deposita en la meta.
El objeto que alcanza la
meta contiene en él, la promesa original y la historia del recorrido efectuado,
por eso se llama testimonio. Los cuatro atletas son los testigos comprometidos
que pueden dar fe (testimonio) del camino recorrido, del cuidado de la promesa
y del esfuerzo realizado. Es decir, el objeto ya no se encuentra vacío, ya no
es sólo una promesa, cuatrocientos metros después se convirtió en una entidad
con historia, valiosa por su concreción.
La carrera se inició con
una aspiración vacía de contenido, un deseo, solo una promesa, y terminó con un
testimonio. A lo original se le sumó el esfuerzo, el espacio, el tiempo y el
compromiso del atleta. Ya no es algo vació, contiene vida, está lleno de
significado.
Desear felices pascuas, significa
entregarle a los otros el testimonio de vida de un año pascual. Sin vida, sin
historias, sin errores ni enmiendas, sin caídas y levantadas, estamos
entregando palabras vacías. Si no hemos sido testigos de Cristo resucitado,
estamos entregando las palabras del año que ha pasado vacías, tal como las
habíamos recibido.
La Pascua es el paso, en nuestro contexto, el paso del testimonio
de una mano a la otra. A los buenos deseos que recibo, le debo sumar durante un
año, vida, esfuerzo, compromiso, historia, claudicaciones, de lo contrario lo
entregaré vacío.
¡Aquí tienes el testimonio,
está algo castigado y marchito!
¡Felices Pascuas!
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