Dolor
Ricardo T. Ricci
20 de setiembre de 2016
Son llamativas estas cuestiones de la comunicación entre el médico y el
paciente. No hay médico que diga que la relación médico paciente es un asunto
sin importancia, sin embargo…
Al respecto, hace unos días Hernán Gutiérrez me contó su experiencia:
Al respecto, hace unos días Hernán Gutiérrez me contó su experiencia:
Pase Gutiérrez, buen día. ¿Qué anda haciendo por acá?
Tengo un dolor en el pecho doctor.
Sabe Gutiérrez, ¡he perdido mi sello! Hable, hable que lo escucho
mientras lo busco en medio de este quilombo de papeles. Lo escucho.
Si, desde hace unos dos días siento como una opresión en el pecho, no
es muy intenso, es molesto. Cuando cambio de posición siento como una puntada
que me deja sin poder respirar. En realidad lo iba a venir a ver antes de ayer,
pero con lo que nos estaba pasando… Mi hija, si mi hija. Lleva unos años de
casada y esperaba, después de un enorme esfuerzo, su primer bebé. El embarazo
venía bastante bien; ella con unos problemas en su casa, con su marido…pero la
cosa iba bastante bien. Se la veía contenta dentro de todo. Mi señora le
recomendaba que hiciera reposo, que no trabajara…el marido está desempleado
¿vio? El tipo no andaba bien. Decía que salía a buscar trabajo, y resulta que
se iba al bar con los amigos a tomarse unas cervezas. Alguna vez hasta me pidió
unos mangos prestados…
Este sello de mierda, ¿adónde se habrá metido? Voy a ver de nuevo
cajón, por cajón.
Mi hija trabaja en una verdulería, en el barrio nomás… Se hace con unos
pesitos que le sirven para las cosas de la casa. El hace rato que no labura. Viven
en una casita que construí en el fondo; siempre estamos juntos. Cuando mi hija
vuelve a la noche picamos algo y charlamos. Ernesto regresa más tarde, a veces
viene con bronca. Nos damos cuenta por la forma en que abre y cierra las
puertas. Desde casa alcanzamos a oír cuando le pega un grito a mi hija.
Pensamos inocentemente, bueno todas las parejas tienen sus peloteras, se
arreglan y ya. Nunca nos pareció que le pegara a mi hija, no parece esa clase
de hombre. Tampoco nos consta que viniera borracho…
Y ahora…¿qué hago toda la tarde sin el sello? Veo por última vez en el
maletín, y si no lo encuentro me voy.
Hace tres noches vino a los gritos desde la calle. Estábamos los tres
en la cocina. Ya sabe, mi señora, mi hija y yo. Entró pateando la puerta hecho
una furia. En dos zancadas se puso al frente de mi hija como para darle un
golpe. Allí salté y me interpuse, es mi hija doctor… ¿Qué podía yo hacer? Me
barrió con el brazo y fui a parar al lado de la heladera. Primero pegué con la
puerta y luego caí al piso. Cuando vi que tomaba a mi hija por la cara, me
enloquecí. De un salto estuve de nuevo a su lado, el codazo que me dio aquí, si
justo aquí, me saco del medio y me dejó sin respiración. A mi señora la
amenazó, pero no la tocó. A Mabelita le dio una cachetada y en el suelo, le
pateó la panza…
¡Acá está el sello hijo de puta! Escondido bajo el tensiómetro en el maletín.
¿Adónde me dijo que le dolía?
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